La Unión Europea ha tratado de evitar la confrontación por todas las vías pero en la Casa Blanca solo han encontrado un muro infranqueable, y frente a este muro no habrá más remedio que contraatacar con todo el arsenal disponible. Este es el mensaje que manda la Comisión Europea ante el “día de la liberación” anunciado a bombo y platillo por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente del Consejo Europeo, António Costa, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, este martes en Estrasburgo
Pese al temor de los mercados y también de muchas empresas estadounidenses, si cumple con sus amenazas este 2 de abril el mandatario anunciará la forma y el fondo de sus aranceles recíprocos a un amplio abanico de países. Es sin duda una mala noticia para los Veintisiete: el bloque comunitario y EE.UU. representan en conjunto casi el 30% del comercio mundial de bienes y servicios, configurando la más amplia relación bilateral de comercio e inversión y la relación económica más integrada del mundo. Puede ser una absoluta bomba de relojería, que, como ha advertido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, será principalmente en una “pesadilla” para los importadores en el otro lado del Atlántico.
Bomba de relojería
Europa debate recurrir por primera vez al potente instrumento anticoerción
La líder del Ejecutivo comunitario ha aprovechado un discurso ante el Parlamento Europeo que debía centrarse en las conclusiones de la última cumbre para lanzar un claro aviso a EE.UU.. La UE prefiere una salida negociada a este conflicto comercial, pero “Europa tiene muchas cartas”, ha dicho Von der Leyen, señalando no solo el comercio, sino también la tecnología o el tamaño del mercado comunitario. “Sobre esta fuerza está construida nuestra respuesta para replicar con firmeza. Todos los instrumentos están sobre la mesa”, ha asegurado.
Después de los aranceles sobre el acero y el aluminio y también sobre los vehículos, la Comisión prefiere no desvelar su réplica ante el anuncio de Trump de este miércoles. No hay nada fuera de la mesa, ni siquiera estrenar el instrumento anticoerción, conocido como “el bazuca” en Bruselas. Francia pide que se recurra a ello, y España tampoco lo ha descartado. Se trata de una herramienta relativamente nueva, que entró en vigor a finales del 2023 –alumbrada tras el primer mandato de Trump–, y con la que la UE podría abrir la caja de pandora. Recurrir a ella por primera vez permitiría castigar no solo los bienes sino también los servicios, atacar a sectores determinados, aumentar los derechos de las aduanas, excluir a algunas empresas de participar en concursos públicos o suspender las obligaciones internacionales en sectores como el de la propiedad intelectual.
En la capital comunitaria tienen claro que la cuestión comercial es una batalla muy difícil de librar ante el socio americano. Se han encontrado ante una nueva Administración obcecada con la idea de que la UE les toma el pelo y debe ser castigada por ello. No hay más que mirar el desprecio desprendido en el chat interno de Signal desvelado por The Atlantic. "Comparto totalmente tu desprecio por cómo se aprovechan los europeos, es patético”, decía el jefe del Pentágono. Con Joe Biden tampoco era una cuestión fácil, pero por lo menos los interlocutores estaban claros. Aquí cuesta de hacer llegar el mensaje a un equipo totalmente entregado ante un líder imprevisible que ha causado situaciones incómodas esgrimiendo datos que no siempre son reales.
Por ejemplo, Maros Sefcovic, el comisario de Comercio, viajó la semana pasada a la capital de Estados Unidos –acompañado por la mano derecha de Von der Leyen, su jefe de Gabinete Björn Seibert– para reunirse con el secretario de Comercio de EE.UU., Howard Lutnick y otras dos figuras destacadas con el fin de alcanzar una solución negociada, uno de los múltiples intentos de contacto. Sefcovic salió de esa reunión pensando que los aranceles sobre los coches se anunciarían este miércoles. Cuando aterrizó en Bruselas, se encontró con los titulares de los nuevos aranceles de Washington al sector automotriz.

El comisario de Comercio, Maros Sefcovic, habla con Von der Leyen durante un debate en la Eurocámara
Una de las claves para analizar la respuesta europea será la unidad de los Veintisiete estados miembros a la hora de respaldar la respuesta comunitaria. Cuenta, sobre todo, los gestos públicos de los llamados “big five”: Alemania, Francia, Italia, España y Polonia. Todo el mundo quiere que sus industrias se vean lo menos perjudicados posible. España mira al sector agroalimentario pero Irlanda, por ejemplo, está preocupada por la industria farmacéutica. Von der Leyen está al teléfono constantemente con todas las capitales. Una antena está puesta en Roma, indican fuentes comunitarias, donde Giorgia Meloni se resiste a tomar distancia de Trump. “No es un buen negocio responder con más aranceles, hay que actuar con sentido común para evitar una guerra comercial”, dijo la italaina ante el Parlamento. Según el Eurostat, en el 2023 Italia fue el segundo país de la Eurozona que más bienes exportó a EE.UU. La insistencia es evitar que cada uno vaya por su cuenta. Si no, advierten en Bruselas, la partida saldrá mal.
Si las negociaciones terminan saliendo mal y no hay más remedio que replicar, la UE también piensa en diversificar mercados, buscando nuevos socios como el Mercosur o la India. Esta misma semana Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, viajan a Asia Central para la primera cumbre con la UE. Sin olvidar la integración del mercado único. “Todos estaríamos mejor si pudiéramos encontrar una solución constructiva –ha admitido la alemana–. Al mismo tiempo, también tiene que quedar claro: Europa no ha iniciado esta confrontación. No queremos necesariamente tomar represalias, pero tenemos un plan sólido si es necesario”.